viernes, 18 de enero de 2013



A medida que ha evolucionado la raza humana, la sociedad actual debido a la falta de ejercicio ha ido provocando una debilidad de la musculatura asociada a la columna vertebral y extremidades. Motivo principal del aumento de malestar en todo nuestro organismo.


¿Cuándo acudir a un Osteópata?

Hablar de prevención no significa que todo individuo, si quiere vivir bien y mucho tiempo, debe procurarse los servicios de un osteópata desde el nacimiento… Sin embargo, si realizamos un mínimo mantenimiento de nuestro vehículo, ¿por qué no hemos de prestar a nuestro cuerpo un mínimo de cuidados? Un coche al que le damos una gasolina o un aceite de mala calidad, o que no es reparado cuando lo necesita, no llegará muy lejos. El cuerpo puede, desde cierto punto de vista, ser considerado como un vehículo. No obstante, tiene un margen de tolerancia mucho mayor que el automóvil, porque está vivo y tiene capacidad de adaptación y de compensación. Por otra parte, este margen de tolerancia puede perjudicarle, pues acepta funcionar en condiciones que no son óptimas, de modo que a menudo olvidamos darle la alimentación correcta y equilibrada, el reposo y los cuidados que necesitaría realmente.
Liberando las zonas de retención más importantes, el osteópata permite al organismo reencontrar una armonía interna y funcionar normalmente.
Como todos somos diferentes unos de otros y tenemos nuestras propias fuerzas y debilidades, como vivimos cada uno nuestra propia vida, con buenos y no tan buenos momentos, no es posible establecer una norma para la frecuencia de los cuidados osteopáticos.
Es bueno recibir un tratamiento osteopático después de todo período difícil durante el cual hayamos sido maltratados tanto física como moralmente. Es en esos períodos cuando nuestro organismo acumula tensiones. Liberar esas tensiones una vez ha pasado la dificultad permite una recuperación muy rápida en todos los planos. He aquí algunos ejemplos de situaciones en las cuales un osteópata es una ayuda eficaz.
• Durante el embarazo y después del parto, aunque todo haya transcurrido sin problemas.
• Después del nacimiento y durante la infancia, en el transcurso de cambios importantes en la vida del niño, o cuando manifiesta por su comportamiento dificultades de adaptación no habituales en él.
• Después de todo traumatismo importante, aunque no hay ninguna herida aparente (caída importante, accidente de coche, incluso sin gravedad ni herida, etc.).
• Después de toda intervención quirúrgica o médica traumatizante, tratamientos dentales difíciles extracciones, etc.
• Antes de la colocación de un aparato dental, durante todo el tratamiento de ortodoncia y después de la retirada del aparato.
• Durante o después de un período particularmente estresante o de agotamiento físico o intelectual o de un período emocional difícil.
• Cuando nos sintamos “sin fuerzas” o después de un período difícil.
• Después de toda enfermedad aguda que haya requerido la toma de medicamentos. Las personas presentan entonces importantes desequilibrios del organismo en los planos locomotor, hepático y digestivo. Por ejemplo, los antibióticos, algunas veces indispensables, alteran siempre el sistema digestivo y el hígado.
• Cuando la persona sienta la necesidad o el deseo de tratarse. El cuerpo, si ya ha recibido cuidados osteopáticos, será todavía más sensible al tratamiento que le permitirá reencontrar el equilibrio.

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