miércoles, 16 de enero de 2013

Las primeras refencias que tenemos sobre la existencia de Terapia Manual, se remontan a la civilización Egipcia, se han descubierto papiros en la tumba de Ramses II (1235 a.C),donde se pueden ver las primeras pinturas frescas representando una manipulación de la cabeza radial. En Tailandia, sobre esta miusma época, se observan en construcciones religiosas grabados que hacen sugerir ciertas prácticas de Terapia Manual. Hipócrates de Cos (460-370 a.C), en su célebre Tratado sobre articulaciones "Corpus Hipocraticum" describe la inervación del raquis y en los capítulos: "Periartron" y "Mechlikon", también se describe el tratamiento manual de las cifosis lumbares. Hipócrates,también utilizó formas rudimentarias de tracción para tratar las fracturas de la columna que no resultaban en parálisis. La escalera hipocrática (Hippocratic ladder) era un dispositivo en el que el paciente era atado, amarrado de cabeza a unos escalones y era sacudido vigorosamente para reducir la curvatura vertebral. Otra invención fue el banco Hipocrático, el cual le permitía al médico usar tracción en la espalda inmovilizada del paciente usando las manos y los pies o una rueda con un eje giratorio.










Claudio Galeno de Pérgamo, cita en su obra " De locis Affectis" la mejoría experimentada por el escritor griego Pausanias aquejado de una parestesia en los tres últimos dedos de su mano izquierda, aplicandosele una manipulación de la charnela cérvicodorsal. Debemos resaltar la aportación que hace el español Luis de Mercado, catedrático de Medicina el el 1572, el cual enseña a manipular y que intenta, por orden real, regular estas prácticas; Así lo muestra el líbro de 1599 " Instituciones que su majestad mandó hacer al Doctor Mercado, su médico de cámara, y Protomédico general, para el aprovechamiento y exámen de los algebristas" El libro está dirigído a los curanderos más ilustrados y a los algebristas, a los que se obliga a pasar un superar un exámen de aptitud ante el tribunal del Protomedicato. En los pueblos, el curandero aplica fricciones, estiramientos tendionomusculares y... una buena dosis de psicoterapia. En los paises de habla hispana se le llama "huesero" o " Algebrista" (álgebra en árabe tenía también la acepción medico-quirurgica de "Arte de resistir en su lugar los huesos dislocados") Estos practicantes poseían amplia experiencia con técnicas más o menos misteriosas, entre las que ni ellos mismos distinguen cuales son eficaces y por qué.Durante siglos han sido los que han aliviado y mejorado el sistema locomotor de sus convecinos. En otras tIerras sucede del mismo modo. En Alemania son los "gliedersetzen", en Francia son "Rebouteux", en Italia "redunctoris", en Escandinavia "Spineknockers" y en Gran Bretaña se les llama " Bonesetters"

Lucas Championnière, en 1850 describe que "El movimiento es la vida", desde entonces, los conceptos vitalistas se hacen más fuertes adquiriendo un gran protagonismo. Recogiendo las observaciones anteriores e intentando dar una interpretación patogenética nace la Doctrina Osteopática de la mano de Andrew Taylor Still (1828-1917).


Andrew Taylor Still, nació el 6 de Agosto de 1828 en Jonesbourough (Virginia). Su padre Abram era médico y pastor metodista. Still vivió en el Oeste medio aprendiendo de la cultura "Chamánica", resaltando el culto por la naturaleza. Realizó estudios de Ingenieria y de Medicina en llamada School of Physician And surgeons de Kansas City, inclinándose desde muy temprano en el campo de la medicina vitalista y humana más próxima al padecimiento del hombre enfermo. Cuenta haber descubierto la anatomía disecando animales muertos y haber aprendido mucho de esta forma sobre la organización del cuerpo vivo. A partir de los años 1850, ayuda a su padre, quien se ocupa de los indios shawnee.Still lleva la doble actividad de granjero y de médico.Apasionado por la mecánica utiliza sus conocimentos para mejorar las máquinas agrícolas.Hasta vivirá un tiempo de la comercialización de sus inventos.Su pasión por la mecánica le hará observar y estudiar el organismo humano como una máquina. Muy joven Andrew sufría migrañas y náuseas, que aliviaba apoyando la nuca en una cuerda tensa entre dos árboles. Participa en la guerra de Secesión como médico-cirujano. Es en este período que Still se subleva ante su impotencia médica, para aliviar a los heridos. Después de la guerra decide volver a estudiar la anatomía y la fisiología para intentar comprender mejor el cuerpo humano. Había adquirido la convicción de que la absorción de medicamentos presenta inconvenientes para sus pacientes. Su sentido palpatorio era muy desarrollado adoptando una actitud de curandero. Codificó y estudió las distintas técnicas conocidas desde la antiguedad practicadas por curanderos y hueseros intentando darles una explicación cientifica.En 1864, una epidemia de Meningitis cerebro-espinal causó estragos, perdiendo a varios de sus pacientes y a tres de sus hijos sin que los recursos terapeúticos de la época pudieran hacer nada. Nota en ellos que todos presentan importantes dolores dorsales. El 22 de Junio de 1874 surge en su espíritu la genial idea que iba a revolucionar la concepción misma de la medicina. Dejémosle contar a él mismo esta memorable jornada: "Yendo un día por la calle con un amigo, observé a una pobre mujer de triste semblante que marchaba delante nuestro acompañada por tres niños pobremente vestidos, uno de los cuales iba perdiendo algunas gotas de sangre al caminar. Pensando que podía tratarse de una disentería hemorrágica, me adelanté, tomando en mis brazos al niño, pedí a la madre que me permitiera ocuparme de él. Advertí que la columna vertebral del niño estaba dura,contraida y particularmente caliente en la parte baja, mientras que su región abdominal estaba totalmente fría. En aquel mismo instante comprendí que la contractura estaba relacionada con un mal funcionamiento de los intestinos y pensé que si lograba distender la parte baja de la espalda, mejoraría también el intestino de aquel niño. Efectivamente, haciéndole marchar intente movilizar los diferentes segmentos y presioné progresivamente los musculos lumbares. Al cabo de algunos minutos había permitido a la circulación volverse más normal y asegurado nuevamente la atodefensa del sistema nervioso. Liberé así lo mejor que pude todas las pequeñas anomalías de estructura que encontré a lo largo de la columna vertebral del niño y lo confié nuevamente a su madre. Al día siguiente, ésta vino a verme para decirme que el niño estaba completamente curado. Aquélla fue la primera vez que pude poner en práctica mis anteriores observaciones entre la estructura vertebral y las perturbaciones funcionales de un órgano. Ese primer tratamiento me permitió curar un caso de disentería hemorrágica, una enfermedad fercuentemente mortal en aquella época. Esta cura tuvo algún eco, y así se me presentaron otros varios casos de disentería que curaron muy rápidamente de la misma forma." Tenía 46 años. Es entonces cuando se implanta esta doctrina en virtud del cual la salud de un hombre dependía de la correcta estructura funcional del cuerpo,es decir, el equilibrio estructural del organismo iba a conseguir que la " Fuerza Vital " curatíva restableciera la salud sin que importara la causa de la enfermedad. Su sistema médico-filosófico tiene como axioma: Localiza la articulación lesionada, arréglala y déjala a su ser. Piensa Still que el ráquis es la pieza maestra del organismo y a su nivel las perturbaciones son más frecuentes y potencialmente más perjudiciales. Estas alteraciones son debidas a Subluxaciones vertebrales denominadas lesiones osteopáticas y su corrección conduce al enfermo hacia su curación. En su libro " The Osteopathic Blue Book" copilado en Gran Bretaña por el Regiter of Osteopathic en 1956, se afirma que la Medicina funcional osteopática es un sistema terapéutico basado en el diagnóstico y tratamiento de las altereaciones ,orfológicas y mecánicas del organismo. Además considera al cuerpo humano dotado de todo lo necesario para recuperar y mantener la salud, tan solo hay que darle un "pequeño empujón", una pequeña ayuda que es en sí la manipulación. En 1892, funda en Kirsville( Missouri) su primera escuela: American School of Osteopathy.

           

Ese mismo año conoce al Doctor John Martin Littlejohn.Por Avatares del destino y razones de salud hace que Littlejohn acuda a la consulta del Dr A. T. Still, allí queda gratamente impresionado por el personaje osteópata y días después, por sus resultados terapéuticos, decide colaborar con Still aportando sus Excelentes conocimientos fisiológicos al servicio de la teoría osteopática y de ese modo difundir este arma terapéutica entre la excéptica clase médica americana. Es en 1917, tras la muerte de A.T.Still cuando regresa a Londres para fundar la British School of Osteopathy. Esta escuela será el origen de toda una corriente osteopática en Europa.


Otro alumno directo de Still, William Garner Sutherland.Periodista de profesión oye hablar por primera vez de la osteopatía e interesado decide estudiar osteopatía, donde permanecerá durante dos años, período requerido en aquella época para formarse y obtener el diploma de osteópata. Es en esa época cuando el joven estudiante tiene una intuición, que será el punto de partida de toda su investigación y de sus descubrimientos. Todas las mañanas para ir a clase atraviesa los pasillos donde están expuestos especimenes anatómicos y se detiene muchas veces a contemplarlos. Al examinar los cráneos, una particularidad notable termina por fijar su atención. He aquí lo que dirá de ello más tarde: “Mientras contemplaba los cráneos y pensaba, inspirado por la filosofía del doctor Still, mi atención se dirigió hacia los biseles de las superficies articulares del esfenoides. Tuve de repente el pensamiento, como una intuición, de que las superficies articulares estaban biseladas, como las agallas del pez, lo que indica una movilidad para un mecanismo respiratorio”. Él mismo dice que esa idea de movilidad de los huesos del cráneo le pareció totalmente loca y que quiso desecharla por todos los medios. Pero volvió, insistente, atormentadora. No olvidemos que estamos en 1899. Hoy, un siglo más tarde, esta idea de una posible movilidad de los huesos del cráneo, cuando se menciona, todavía hace reír, aunque nuestros medios técnicos nos han permitido verificar que es totalmente fundada. En aquella época parecía tan absurda como impensable.

Entre 1900 y 1920 ejerce la osteopatía tal como se la habían enseñado. Pero la idea del movimiento craneal le sigue atormentando, así que decide dedicarse a un trabajo de investigación que le conduce a estudiar minuciosamente los diferentes huesos del cráneo. He aquí lo que nos dice de ello su esposa: “a la vista de esas diferentes disposiciones mecánicas que muestran aptitudes para el movimiento, hasta una persona que no tiene ningún sentido de la mecánica concluiría que funcionan todas juntas para realizar grandes variedades de movimientos. Estudiando esta fase, el doctor Sutherland encontró estructuras que favorecían movimientos de deslizamiento, de rotación, de báscula, de lanzadera y de muchos otros tipos. Este estudio microscópico proporciona una imagen mental descriptiva precisa del cráneo, visto como a través de una lupa, que permite una visualización por segmentos, por unidades y como un conjunto”. Estos primeros descubrimientos interesantes le animan a atreverse: “¿Osaré pensar que estos mecanismos no indican sólo disposiciones para el movimiento craneal, sino que participan activamente en el movimiento? ¿Cómo podré demostrar o refutar esto?”

Profundizando su estudio detallado de la anatomía, datos conocidos que no habían tenido hasta entonces gran interés toman un nuevo sentido y conducen a Sutherland a revalorizar la afirmación según la cual la osificación de la suturas craneales se efectúa de manera continua y progresiva a partir de los cuarenta años hasta los ochenta aproximadamente. Llega a dudar de esa limitación de edad con una comparación: “El tronco del roble más robusto conserva un cierto grado de flexibilidad hasta el momento en el que se vuelve leño sin savia. Podríamos decir lo mismo de la flexibilidad del cráneo mientras la savia permanece dentro”. Nuestra costumbre de ver y de estudiar los huesos secos de laboratorio nos ha hecho olvidar que el hueso vivo, hasta el más sólido, posee una cierta flexibilidad. Continuando su investigación, realiza algunos experimentos sobre la estructura viva, en este caso su propio cráneo: “No podía realizar esas experiencias sobre otro cráneo que no fuera el mío. Tenía que experimentar sobre una cabeza viva porque quería obtener un conocimiento que el cráneo muerto de un espécimen de laboratorio no podía procurarme”. Ayudado por su esposa, procede a realizar varios experimentos para sentir sobre sí mismo los movimientos del sistema óseo, y, posteriormente, cuando su investigación fue avanzando, experimenta las diferentes lesiones mecánicas que pueden ser impuestas al mecanismo craneal. Para ello utilizará toda clase de aparatos confeccionados a partir de elementos disparatados, muchas veces modificados para conseguir su propósito: casco y guantes de béisbol, correas de cuero, argollas, tazones de madera, trozos de caucho, etc.

  Esos experimentos no son inofensivos, puesto que tienden a reproducir sobre su propio cráneo traumatismo a veces violentos capaces de provocar lesiones del mecanismo. Respecto a una de esas lesiones, su esposa escribirá: “a lo largo del periodo de reacciones, Hill, en varios puntos, no fue el mismo. Estaba extremadamente nervioso, tenso y fácilmente irritable. Esto contrastaba mucho con el equilibrio, su calma y su cortesía habituales. El color de su piel había variado, a veces estaba muy pálido y su expresión cambiada…”. Afortunadamente, su compresión de los mecanismos implicados es tal, que deduce cómo corregir las lesiones, de forma que al mismo tiempo que estudia sobre sí mismo las consecuencias de las diferentes lesiones, pone a punto la mayoría de las técnicas que permite corregirlas. Esas investigaciones y esos descubrimientos se prolongan durante varios años, a lo largo de los cuales Sutherland continúa su trabajo de osteópata clásico. Poco a poco se hace evidente que el estadio de la experimentación clínica debe ser franqueado. Prueba en primer lugar sus nuevas técnicas con los suyos, principalmente con su madre y sus hermanos. Como los resultados son alentadores, decide empezar a tratar a algunos pacientes. Los resultados son tan favorables, que su fama crece muy rápidamente a nivel de sus pacientes. Descubre tantos nuevos problemas en la mecánica craneal, con consecuencias muchas veces inimaginables, que se le hace necesario dar a conocer este nuevo enfoque a la profesión y formar terapeutas capaces de utilizarlo. Es sólo en 1929 cuando Sutherland se decide a hablar de su nuevo método. Se enfrenta en principio a la incomprensión total de la mayoría de los profesionales. Su hipótesis es demasiado innovadora para ser aceptada sin más. A la incomprensión sucede la hostilidad.

A pesar de que muestra éxitos clínicos evidentes, se le reprocha que su trabajo no se apoya sobre bases científicas. Al mismo tiempo, sigue sus investigaciones y descubre el gran servicio que puede aportar la osteopatía craneal a los niños cuyo cráneo es muchas veces agredido y a veces gravemente lesionado durante el nacimiento y los primeros años de la infancia. Su trabajo es la fuente de un método innovador y muy eficaz para el tratamiento de los niños. “No fue una incursión menor en ese campo. Incluye la comprensión de diversas influencias menor en ese campo. Incluye la compresión de diversas influencias sobre el cráneo a lo largo del desarrollo embriológico, la reevaluación de los esquemas de desarrollo y el estudio de las causas de las anomalías y de sus efectos. Esto incluye también un estudio interpretativo de los efectos de modelado efectuados en el cráneo según su posición en la pelvis materna o a lo largo del trabajo del parto y del nacimiento, así como la imposición de fuerzas traumáticas en las zonas craneal o sacra durante el nacimiento. Una vez más, se trataba de nuevas consideraciones sobre hechos ya conocidos y de las consecuencias que este nuevo enfoque podía provocar”. En 1939 publica un folleto llamado La bola craneal, texto escueto pero denso que resume sus trabajos. La publicación de este texto pasa desapercibida, lo que por un momento le hace desesperar de ser algún día comprendido por sus colegas. A pesar de esto, la investigación continúa y favorece una mejor comprensión de los problemas relacionados con el nacimiento. Un médico utiliza la técnica craneal en “una niña de cuatro meses, descrita como teniendo una cabeza en forma de habichuela, unas orejas asimétricas y una órbita izquierda muy pequeña que no le permite abrir el ojo completamente. No podía girar la cabeza hacia la izquierda. Gracias a su conocimiento de la anatomía del cráneo, de los mecanismos membranosos, de las tensiones restrictivas y del desequilibrio que resultaba de las anomalías internas (particularmente en un cráneo como ése), el terapeuta pudo decir: Ahora, nueve meses más tarde, las órbitas están equilibradas, las orejas situadas al mismo nivel, la cabeza gira normalmente de modo que puede mirar indistintamente hacia la izquierda o la derecha, con los dos ojos completamente abiertos”. Un caso así roza lo espectacular. Sin embargo, no es más que un ejemplo entre muchos. Estos casos son el resultado de un razonamiento fundado sobre unos principios científicos y sobre la aplicación de técnicas armoniosamente coordinadas. William Sutherland muere el 23 de septiembre del 1954, a la edad de 82 años, dejando un concepto que todavía hoy en día puede parecer revolucionario. El uso diario en todo el mundo de este concepto muestra su eficacia innegable y la enorme contribución que aporta a la osteopatía, rechazando aún más los límites de su campo de aplicación. A Sutherland le gustaba citar esta frase de San Agustín: “Los milagros nunca son contrarios a la naturaleza, sino sólo a lo que conocemos de ella”. Era una manera de aplacar las críticas destinadas a la práctica osteopática.

Actualmente, otros osteópatas, alumnos de Sutherland y de Littlejohn, profundizan en las técnicas y el fundamento científico de la osteopatía, con el fin de quitarle empirismo darle las bases científicas indispensables. Entre ellos hay que citar a WERNHAM, JONES, MITCHELL, BROOKS, FRYMANN, MAGOUN, FRYETTE, el neurofisiólogo I.KOOR, HOOVER, UPLEDGER, etc…

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